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Aprender más sobre la gripe

Actualizado a: [22/01/2020]

El virus

Gripe

Existen tres tipos de virus de la gripe: los virus tipo A, B y C. Los tres virus tienen una estructura muy similar, y sus principales diferencias se deben a las proteínas de la capa exterior que están involucradas en la interacción del virus con el sistema inmunitario humano.

Su tamaño es de unos 100 nanometros: en hilera, cabrían unos diez mil en un milímetro. En el interior hay material genético de tipo ARN, en 8 filamentos.

En el exterior del virus hay moléculas de superficie (como espinas) que son de dos clases: Hemaglutinina (H) y Neuraminidasa (N). Hay al menos 17 variantes de Hemaglutinina, y al menos 10 de Neuraminidasa, que condicionan que la gripe de tipo A tenga subtipos: A(H1N1), A(H3N2), A(H5N1), y un amplio etcétera.

La Hemaglutinina sirve para que el virus entre en la célula. Una vez dentro, se libera el ARN, se fabrican las copias del ARN y de las otras moléculas del virus, y su ensamblaje hace que se constituya un gran número de nuevas copias del virus. Esas copias salen de la célula gracias a la segunda molécula de superficie (Neuraminidasa).

Los virus de salida pueden ser distintos del virus de entrada por dos mecanismos:

1) El mecanismo más habitual es la mutación: que la copia de salida no sea perfecta. Este mecanismo es parecido al de escuchar un número de teléfono que acaba en "123" y, por error, escribirlo como "128". Se dice entonces que el virus ha mutado.

Las mutaciones de poca importancia ocurren con frecuencia, y cuando se van acumulando son las responsables de que, a veces, los virus de un año puedan "escapar" de la vacuna del año previo, lo que obliga a ir adaptando las vacunas. Otras mutaciones hacen que el virus resista a los medicamentos, o que produzca cuadros de mayor gravedad. Por último, algunas mutaciones han dado lugar históricamente a una variedad de virus suficientemente distinta como para ser capaz de infectar a otra especie (ver más abajo).

2) El segundo mecanismo es la recombinación: si en la misma célula entran dos virus gripales distintos, los virus de salida tendrán ARN de ambos progenitores. Este mecanismo es parecido a que dos gatos adultos, él de un color y ella de otro, tengan una cría "a rayas".

La recombinación, al igual que la mutación, ha sido históricamente capaz de producir virus capaces de infectar a otra especie (ver más abajo).

La enfermedad

Los virus que, tras el proceso de multiplicación expuesto más arriba, salen de la célula, llegan a muchas otras células del mismo organismo, produciendo una infección que frecuentemente produce síntomas, y que en ocasiones produce complicaciones, que a veces pueden ser graves:

1) Lo más habitual es el comienzo brusco y la presencia de fiebre, malestar general y síntomas respiratorios (tos, estornudos).

2) Una parte de los casos presenta complicaciones (infecciones bacterianas, secundarias a la infección por el virus de la gripe), que pueden requerir el uso de antibióticos (ocasionalmente y a criterio médico), que pueden llegar a requerir ingreso hospitalario, y que en una proporción reducida de situaciones llevan al fallecimiento. Las complicaciones son más frecuentes en los denominados "grupos de riesgo" (ver recomendaciones vacunales).

3) Un porcentaje de las infecciones transcurren sin síntomas.

Las epidemias

Los virus gripales que afectan a los seres humanos (el A(H1N1)pdm09, el A(H3N2) y el B) se transmiten con facilidad de una persona a otra. La transmisión se produce por vía aérea (gotitas de distintos tamaños) y por contacto directo (con objetos contaminados, manos, etc).

Las epidemias invernales (en el invierno de cada hemisferio) ocasionan infección hasta en el 15% de la población, si bien lo habitual es que los porcentajes sean menores. La cantidad de personas que presentan síntomas en una semana determinada se expresa como "casos por 100.000 habitantes". Es habitual que las tasas máximas en las ondas invernales, tal como se detectan en Atención Primaria (casos asistidos), lleguen a ser de 350 casos por 100.000 habitantes.

La gripe es proporcionalmente más frecuente en edades infantiles (0-4 años, 5-14 años). Las tasas pueden llegar a ser hasta de 700 casos por 100.000 habitantes de estos grupos de edad.

En cambio, la proporción de complicaciones es mayor en los mayores de 65, y también en las personas que padecen enfermedades crónicas de pulmón, corazón, otras enfermedades, en personas con obesidad importante y en embarazadas. Es a estas personas a quienes se ofrece una protección adicional con la vacunación.

La prevención

La prevención se realiza a través de distintas estrategias:

1) La vacunación de las personas de riesgo y de otros grupos.

2) La higiene respiratoria ("toser en el hueco del codo, o en un pañuelo desechable y desecharlo") y de manos ("lavarse las manos con agua y jabón").

3) La reducción del número de "contactos respiratorios" (definidos como aquellos en los que las personas están a menos de 1-2 metros unas de otras) se puede realizar para proteger a las personas vulnerables en determinadas situaciones. El uso de esta estrategia en el nivel del conjunto de la sociedad se realiza sólo en situaciones excepcionales como una pandemia, ya que llevan asociada una disrupción social que puede ser importante.

La vigilancia

Los sistemas de vigilancia de la gripe tienen como unidad temporal la semana epidemiológica, y como marco la temporada epidemiológica, que va desde la semana 40 de un año a la semana 20 del año siguiente. La incidencia semanal se expresa en forma de tasa: número de casos por 100.000 habitantes.

La vigilancia se realiza a través de varios sistemas complementarios:

1) Desde la primera mitad del siglo XX, la gripe se vigila en todo el mundo a través de sistemas como el de Enfermedades de Declaración Obligatoria. Esta declaración, basada en la sospecha clínica, en la exhaustividad y en la obligatoriedad, ha permitido tener información numérica de referencia, que se mantiene hoy en día.

2) Con un desarrollo gradual en el último tercio del siglo XX, las redes centinela aportan información importante. Estas redes se basan en la colaboración voluntaria de una muestra de médicos de Atención Primaria (generalistas y pediatras), que registran datos clínicos (síntomas, factores de riesgo, etc).

3) En una parte de sus pacientes, se toman muestras para su envío al laboratorio de virología.

4) Desde 2009, se incluye también la vigilancia de los casos graves confirmados de gripe, bien pacientes que ingresan por un cuadro de estas características, o bien que lo presentan una vez ingresados en el hospital.

5) A nivel nacional, se registra también el exceso de mortalidad general, para tenerlo como referencia.

6) Se realiza también la vigilancia de la gripe en animales, y en la frontera entre las especies animales y las personas.

Las pandemias

La gripe se presenta en numerosas variedades (los subtipos mencionados más arriba) en los animales: aves y mamíferos. La mayor variedad se da en las aves, particularmente en las acuáticas, en quienes la gripe es de transmisión digestiva.

En las aves la gripe ("gripe aviar") puede ser de "baja patogenicidad" cuando produce pocos o ningún síntoma en las aves, o bien de "alta patogenicidad" cuando produce cuadros graves en las aves, en ocasiones con mortalidad muy elevada.

La "gripe aviar" (virus gripales adaptados a las aves) puede ocasionalmente producir casos en personas: "gripe aviar en personas". Este ha sido y es el caso del A(H5N1) (de alta patogenicidad en aves de corral, y que a lo largo de más de 10 años ha producido más de 600 casos de enfermedad en seres humanos, con una letalidad superior al 50%), y también del A(H7N9) (de baja patogenicidad en aves de corral entre las que pasa inadvertida, pero que en los últimos años ha producido más de 500 casos en personas con una letalidad del 20%).

Históricamente, se han dado situaciones en que la gripe adaptada a los animales se ha hecho capaz (por mutación o recombinación) de transmitirse con facilidad entre las personas, dando lugar a una pandemia. El hecho de que se dé una pandemia no necesariamente implica que la proporción de casos graves sea elevada (2009-2010) si bien la historia muestra que puede serlo (1918-1919). En cualquier caso, la experiencia de las pandemias del siglo XX (1918-1919, 1957-1958 y 1968-1969) y de la primera del siglo XXI (2009-2010) muestra que cada virus que se introduce en la población humana como pandémico acaba adaptándose a nuestra especie, y adopta a partir de entonces un patrón de gripe estacional.

La posibilidad de que se den en el futuro pandemias de gripe de mayor o menor gravedad justifica que se hayan desarrollado en todo el mundo planes de preparación y respuesta frente a una pandemia de gripe.