El jardín-huerto andalusí.
En el mundo andalusí, el jardín-huerto fue un espacio de plantas aromáticas, árboles frutales y productos hortícolas. Al placer de los sentidos y del propio espíritu se unió el deseo de un aprovechamiento agrícola, que puso en marcha una sabia distribución del agua y toda una ciencia de aclimatación de especies botánicas nuevas. En este sentido, la influencia persa y romana fue realmente notoria. Se produjo una auténtica “revolución verde” que significó la expansión agrícola e incluso política de Al Ándalus. En todo el mundo islámico hubo un marcado gusto por la naturaleza, que se manifestó en el cultivo de los abundantes jardines y huertos que inundaban y rodeaban las ciudades. Si visitamos ciudades como Córdoba, por ejemplo, veremos muchos de estos lugares.
De este modo, se desarrolló un movimiento poético, sobre todo de influencia persa, en el que los temas florales y jardineros fueron protagonistas. Este tipo de poesía sobre el jardín-huerto se conoció como rawdiyyat (de rawd, ‘jardines’ en árabe). En él se aludía a los jardines en general, y existía otro género llamado ‘poema floral’, que se conocía en árabe como nawriyyat, y se refería específicamente a las flores. Entre los siglos X y XI abundaron los poetas de estos géneros en el mundo islámico. Algunos de los más famosos fueron Sa`id al-Bagdadi, de Bagdad, así como los andalusíes Ibn al-Quttiya, de Sevilla, e Ibn Jafaya, de Alcira. Los poetas enriquecieron sus poemas con metáforas sobre las cualidades de un jardín-huerto, a veces con cierto barroquismo.
Cuántas veces he ido en hora temprana a los jardines:
las ramas me recordaban la actitud de los amantes.
¡Qué hermosas se mostraban cuando el viento las entrelazaba como cuellos!
Las rosas son mejillas; las margaritas, bocas sonrientes, mientras que los junquillos reemplazan a los ojos.Ibn Hafs al-Yaziri (s. XI)
A menudo el jardín está revestido con la lluvia fina
de un tejido [yemení] listado
e inspira a las almas el deseo de detenerse en él y sentarse.
Cuando la brisa le roza con su mano, imaginamos
que sus ramas son danzarinas que se balancean
con sus vestidos verdes de tela rayada.Abu Marwan Ibn Razin (s. XI)
El membrillo tiene el color amarillo del oro, el sabor del vino,
la tez del amante y el aliento de la bien amada.
Al-Nuwayri (s.XI)¡He aquí alcachofas cubiertas de dardos
capaces de atravesar la piel de un elefante!Ibn Suhayd (s.XI)