Tanto en la literatura como en el cine se han tratado temas a cerca de la experimentación científica y los resultados de dicha experimentación, ya sean catastróficos como en “Frankestein” o maravillosos como en “Las Supernenas”. Esto nos da pie a preguntarnos: ¿Debe la experimentación científica tener límites?
Por una parte, pensamos que sí debe tener límites pues en primer lugar, en muchos de los casos en los que se ha experimentado con seres humanos ha sido sin su consentimiento, dejándoles secuelas terribles y en casos extremos les ha llevado a la muerte. Esto mismo ocurrió en el caso del experimento Tuskegee llevado a cabo entre 1932 y 1972 por el Servicio Público de Salud de Estados Unidos. El experimento se realizó para estudiar el progreso de la enfermedad de la sífilis y para comprobar si el tratamiento compensaba las secuelas. Se reclutaron a seiscientos varones negros de los cuales unos doscientos estaban sanos antes de comenzar el experimento. Se les engaño y se les mal informó de su diagnostico y al finalizar el experimento trescientos de ellos habían muerto de la enfermedad y otros cien de complicaciones relacionadas con ella, también cuarenta de las mujeres de los participantes se contagiaron de sífilis y diecinueve niños contrajeron la enfermedad al nacer. ¿Qué te parecería si te ocurriera esto? ¿Y si además afectase a tus seres queridos? En lo personal, pensamos que este hecho es indignante pues no es justo jugar así con las vidas de las personas.
En segundo lugar, mueren millones de animales cada año sometidos a experimentación científica y en algunos de los casos ni siquiera son usados para mejorar la calidad de vida de los seres humanos sino en pruebas de cosméticos o en la investigación militar. Ahora bien, en los casos en los que sí son usados en pruebas médicas, no hay forma de saber que la reacción que tuvieron estos animales será la misma que tendrán los humanos dadas las diferencias entre especies.
Una alternativa a la experimentación con seres vivos es por ejemplo lo que se está haciendo en los laboratorios Pharmagene, en Inglaterra, donde han desarrollado piel humana artificial para injertos que puede ser utilizada también para el desarrollo de medicamentos y la prueba de productos.
Por otra parte, ponerle límites a la experimentación es ponerle límites al conocimiento y a estas alturas, puede que nos quedemos a las puertas del descubrimiento científico que cambiará el mundo tal y como lo conocemos. Retomando el tema de los animales, se han hecho numerosos avances científicos como la creación de vacunas y la erradicación de la viruela gracias a la experimentación con animales. Estos avances han cambiado la vida de miles de personas de todo el mundo y también es cierto, que mueren más animales sin necesidad en la industria alimentaria que en la científica debido al consumismo.
Por lo que se refiere a los métodos no-animales en la investigación biomédica, de momento no pueden sustituir completamente el uso de seres vivos pues en algún momento ha de probarse el producto o medicamento en un organismo vivo para ver cómo reacciona.
Para concluir, a pesar de los argumentos en contra, pensamos que la experimentación científica debería tener límites en lo referente a los seres vivos pues la vida de una persona no es una cosa que se pueda tomar a la ligera y no es ético empeorar la vida de unos para mejorar la de otros.
Patricia Déniz Suárez de 1ºA de Bachillerato