IMG_20190203_204202_758

Comentario de un paisaje natural: Cumbres de Gran Canaria «tempestad petrificada»

En el año 1910 Miguel de Unamuno visita la isla de Gran Canaria como invitado de la Sociedad El Recreo para ofrecer una ponencia como mantenedor en los primeros Juegos Florales (certamen literario) celebrado por dicha sociedad. Este discurso polémico y provocador no fue del agrado del público gran canario pues en él, Unamuno se mostraba contrario a la creación de la provincia de Las Palmas, tan reivindicada por las islas orientales del archipiélago.

Miguel de Unamuno

A pesar de la mala acogida y de la conmoción que produjeron sus palabras, su estancia se prolongaría durante un mes, tiempo necesario para poder ofrecer otra ponencia en la que calmar los ánimos de la intelectualidad de la isla. Durante este mes, emprende una visita al interior de la isla, visitando los pueblos de Teror, Valleseco, Tejeda, Moya y Artenara.

En su libro Por tierras de Portugal y España describe la impresiones que los parajes por los que pasaba le producían, evocando las imágenes de su niñez en el País Vasco. La importancia de su relato, estriba en cómo Unamuno enseñó a los canarios una nueva visión de nuestro paisaje. Se sorprende y admira ante las masas de materiales volcánicos, propios de un escenario de luchas entre titanes, donde el mar y el fuego se confabulan para crear un paisaje sobrecogedor: «El espectáculo es imponente. Todas aquellas negras murallas de la gran caldera, con sus crestas que parecen almenadas, con sus roques enhiestos, ofrecen el aspecto de una visión dantesca. No otra cosa pueden ser las calderas del Infierno. Es una tremenda conmoción de las entrañas de la tierra, parece todo ello una tempestad petrificada, pero una tempestad de fuego, de lava, más que de agua».

Es “tempestad petrificada” fruto de la lucha de Neptuno y Vulcano. En la cumbre de Gran Canaria, concretamente en el municipio de Artenara, se encuentra una escultura de Miguel de Unamuno esculpida por Manolo González, en el que aprecia el gesto de Unamuno mirando con profundidad hacia los roques Nublo y Bentayga relajadamente, apoyado con una mano sobre la barandilla y un sombrero de caminante en la otra mano.

La cumbre se extiende por un sector importante de la isla de Gran Canaria, abarcando los municipios de Artenara, Tejeda, Gáldar, Moya, Guía, Valsequillo, San Mateo, y Valleseco. Ante la mirada ciega de la escultura, desde un punto de vista geográfico, podemos distinguir un paisaje canario de montaña. Este paisaje natural, casi intacto, está compuesto por materiales similares a los que componen el roque Nublo. Diversos factores dan lugar a una isla del océano Atlántico para que se convierta en el lugar ideal para una gran variedad de formas de vida:

El relieve es volcánico, con fuertes desniveles que se desgajan en barrancos que van hasta el mar. Son el resultado de la erosión y la composición química de las rocas, creando una orografía abrupta y única que da lugar a diferentes microclimas que posibilitan una variada biodiversidad, con especies exclusivas de la región macaronésica.

   La vegetación está representada por la el pinar de repoblación, y cuando éstos desaparecen se desarrollan matorrales o retamas. Esta homogeneidad es solamente aparente, ya que la vegetación está influida por las condiciones orográficas y climáticas deparándonos gran cantidad de endemismos, algunos en peligro de extinción.

En cuanto al clima, se caracteriza por el aire seco, constituido por el componente superior de los alisios, excepto cuando se producen las invasiones de aire polar marítimo. Las precipitaciones no suele superar los 400 mm. Existe una gran oscilación térmica entre el día y la noche, la media anual es de 9ºC y con frecuencia se producen temperaturas inferiores a los 0ºC.

De acuerdo con todos los rasgos señalados anteriormente, podemos concluir que se trata de un paisaje de alta montaña de Canarias. Donde los hombres y mujeres han visto desde la época prehispánica un espacio mágico y sagrado.

Desde la llegada de los primeros humanos a Canarias hasta la actualidad se han sucedido grandes transformaciones del paisaje. La primera gran transformación ocurrió con el primer poblamiento de la isla, con el cual los paisajes de Gran Canaria sufrieron una transformación progresiva hacia un paisaje pastoril, por el uso que se hacía del fuego y la voracidad de cabras y ovejas, que campaban a sus anchas por todos los ecosistemas.

Los usos agrícolas, ganaderos y forestales tradicionales de este espacio rural tras la conquista castellana han seguido acentuando esta transformación, hasta la toma de conciencia de la importancia conservación y preservación de este espacio natural y la declaración de Parque Natural de Las Cumbres por la Ley 12/1987, de 19 de junio y reclasificado por la Ley 12/1994, de 19 de diciembre como Paisaje Protegido.

Con la declaración el 29 de junio de 2005 de Reserva de la Biosfera por la UNESCO, se reconoce el valor ecológico, paisajístico y cultural, del centro y costa suroeste de la isla de Gran Canaria. La superficie a proteger ocupa aproximadamente el 40 % del total de la isla, y abre nuevos desafíos para el futuro en las que el desarrollo económico y social se mantenga en equilibrio con la conservación y preservación del medioambiente.

  Teresa Sánchez Quintana (2º Bachillerato)