El poder de la palabra

En numerosas ocasiones se oye el célebre dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. Sin embargo, una palabra puede contener en sí misma un poder enorme, pudiendo llegar a ser incluso demoledora.

El poder de la palabra: palabras que hieren y palabras de amor

La fuerza de las palabras es tal, que no son necesarias demasiadas para causar una profunda alegría o una honda tristeza.

¿Quién no tiene un amigo tóxico o manipulador que sabe cómo usar la palabra para sacar de nosotros cuanto quiere, aunque nosotros no lo deseemos?

¿Quién de nosotros no recuerda alguna de esas frases que le ha causado un gran dolor o le ha alegrado el día?

No obstante, no solo el poder de la palabra es grande cuando pretende herir. También sirve para describir sentimientos como el placer, la bondad, el amor o el agradecimiento. De hecho, hemos sido capaces de crear algunas de las palabras más bonitas del mundo para hablar de aquello que nos agrada: belleza, amistad, solidaridad o los encantos que nos rodean.

El poder de la palabra es enorme para hablar con otras personas de todo cuanto es bueno y bello en nuestra vida.

El poder de la palabra: palabras vacías y palabras que mienten

Hay personas capaces de hablar sin decir nada. De ahí la conocida frase de: “tú vas para político”. Así se les reconoce la capacidad de estar hablando durante un periodo considerable de tiempo sin que se pueda extraer de sus palabras una conclusión clara.

La palabra también tiene una enorme capacidad para trasmitir mentiras, tratando de captar la atención del interlocutor para decirle algo que en realidad no es cierto. Es una pena que la riqueza lingüística con la que contamos se utilice en ocasiones para insultar, mentir, discriminar o falsear la realidad.

El poder de la palabra: lo que nos decimos a nosotros mismos

Cuando hablamos con nosotros mismos, no solemos reconocer la importancia de las palabras y el poder que su uso puede ejercer en nosotros.

Las palabras que utilicemos al pensar pueden tener un efecto poderoso en nuestras emociones. Por tanto, es importante elegirlas con cuidado. Por ejemplo, cuando digo “soy vago para estudiar”, no estoy describiendo una situación, sino declarando una condena y generando mi realidad en base a esta afirmación.

Cuando hablamos de lo que somos o planteamos afirmaciones absolutistas como “nunca” o “siempre”, hacemos referencia a un producto acabado y, siendo consciente o no, estamos predisponiendo a nuestra mente para continuar actuando de la misma manera.

La palabra tiene un enorme poder. La palabra puede ser fuente de belleza, de poesía, de creación, de amor, de vida, de alimento para el alma, de positivismo… Pero, como todo en este mundo, hay un lado oscuro que la retuerce y la oprime.

La responsabilidad con la que ejerzamos y disfrutemos del poder de la palabra es nuestra. Utilizarla para crear construir, compartir, acariciar o abrazar en vez de para agredir, atacar o destruir, en el fondo, es nuestra decisión.

  1. ¿Qué quieren expresar los autores con estas citas?

“Como flores hermosas, con color, pero sin aroma, son las dulces palabras

para el que no obra de acuerdo con ellas.”

-Buda-

“Las palabras son como monedas, que una  vale por muchas como muchas

no valen por una.”

–Francisco de Quevedo–

2. ¿Recuerdas alguna situación en la que las palabras de alguien te hirieran profundamente? ¿y otra en la que te sintieras reconfortado/a?

3. ¿Crees que hay personas que en su vida diaria suelen usar palabras con connotaciones positivas y otras que tienden a lo contrario? Piensa en alguien y reserva su anonimato. ¿Qué sientes cuando estás con cada una de ellas?

4. La manipulación de las personas a través de la palabra es un hecho.

¿Puedes pensar en algún ejemplo?

5.  A continuación veremos un vídeo que trata sobre el tema planteado en el texto. Una vez visto, completaremos el siguiente cuadro, y luego haremos una puesta en común. 

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