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1. Principios pedag�gicos

  • Aprendizaje significativo y funcional. Aunque se trata de un t�rmino de popularidad reciente, su origen hay que situarlo bastantes a�os atr�s, cuando Ausubel (1963, 1968) lo acu�� para definir lo opuesto al aprendizaje repetitivo. Para este autor y para sus seguidores, la significatividad del aprendizaje se refiere a la posibilidad de establecer v�nculos sustantivos y no arbitrarios entre lo que hay que aprender -el nuevo contenido- y lo que ya se sabe, lo que se encuentra en la estructura cognitiva de la persona que aprende -sus conocimientos previos-. Aprender significativamente quiere decir poder atribuir significado al material objeto de aprendizaje; dicha atribuci�n s�lo puede efectuarse a partir de lo que ya se conoce, mediante la actualizaci�n de esquemas de conocimiento pertinentes para la situaci�n de que se trate. Esos esquemas no se limitan a asimilar la nueva informaci�n, sino que el aprendizaje significativo supone siempre su revisi�n, modificaci�n y enriquecimiento estableciendo nuevas conexiones y relaciones entre ellos, con lo que se asegura la funcionalidad y la memorizaci�n comprensiva de los contenidos aprendidos significativamente.�
  • Enfoque globalizador, a trav�s de un curr�culum integrado. La ense�anza globalizada se fundamenta en razones de car�cter psicol�gico relacionadas con la estructura cognitiva y afectiva del alumnado, lo que lleva al dise�o de programas que respeten esa naturaleza del desarrollo y del aprendizaje. A lo largo de la Educaci�n Infantil y Educaci�n Primaria el pensamiento del alumnado avanza hacia el pensamiento l�gico-concreto, y va evolucionando desde la centraci�n cognitiva, a la progresiva descentraci�n y al aumento de su capacidad de an�lisis, s�ntesis, deducci�n e inducci�n. Por esta raz�n, el curr�culo puede organizarse y planificarse alrededor de n�cleos que superen los l�mites de las disciplinas, centrados en temas, problemas, t�picos geogr�ficos, colectivos humanos, ideas, proyectos, etc. De esta forma el alumnado se ver� obligado a manejar marcos te�ricos, conceptos, procedimientos, destrezas y habilidades de diferentes disciplinas para comprender o solucionar las cuestiones y problemas planteados.�
  • Partir del nivel de desarrollo del alumnado, identificando sus fortalezas y potencial de inteligencia. En este sentido una de las teor�as que en los �ltimos a�os ha ido ganado protagonismo en las aulas es la Teor�a de las Inteligencias M�ltiples de Howard Gardner, (1943). Su definici�n de Inteligencia como �la habilidad de resolver problemas o crear productos, valorados dentro de uno o m�s contextos culturales�,� implica definir la inteligencia como una capacidad, Gardner la convierte en una destreza que se puede desarrollar. Las� potencialidades con las que nace el ser humano, marcadas por la gen�tica, se van a desarrollar de una manera u otra dependiendo del medio ambiente, las experiencias, la educaci�n recibida, etc. Se parte de la premisa de que todas las personas tienen todas las inteligencias, y todas pueden ser desarrolladas, respetando el nivel adecuado en cada caso.� Basada en la biolog�a y aplicada a la psicolog�a y a la pedagog�a, la teor�a plantea que no existe una �nica forma de ser inteligente sino ocho inteligencias diferenciadas y localizadas cada una de ellas en una zona determinada del cerebro, estas inteligencias se trabajan juntas, aunque como entidades semiaut�nomas, desarrollando cada persona unas m�s que otras, �stas son: Ling��stica, Matem�tica, Naturalista, Visual-Espacial, Corporal-Cinest�sica, Musical, Intrapersonal, Interpersonal.
  • Gradualidad y progresi�n. Establecer procesos adaptados a los diferentes ritmos y circunstancias personales de aprendizaje, para dar respuesta a la diversidad del alumnado desde un enfoque inclusivo y competencial.
  • Clima de seguridad, confianza y afectividad. Para que se expresen libremente, se respeten y establezcan lazos afectivos satisfactorios. La comunicaci�n y la interacci�n entre el alumnado, entre el profesorado y de ambos entre s� hace posible el di�logo, el debate y el enriquecimiento mutuo, creando un clima de de confianza en el que el alumnado se siente seguro.�
  • El contacto escuela-familia como marco afectivo-efectivo de relaciones y, por extensi�n, de toda la comunidad educativa.


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