Hoy hemos tenido la oportunidad de vivir una experiencia única al visitar la residencia de mayores Mimara, en Las Cabreras. Compartimos momentos muy emotivos con los abuelitos que residen allí, muchos de ellos afectados por el Alzheimer. Fue una jornada llena de risas, aprendizajes y actividades que nos hicieron reflexionar sobre el poder de la conexión entre generaciones.
Comenzamos con risas y reflexiones
La mañana empezó con una actuación de dos chicos que lograron arrancarnos muchas carcajadas. Sus malabares y su humor nos envolvieron en un ambiente alegre y relajado, que hizo que tanto los niños como los abuelitos disfrutaran del momento.
Después de este divertido comienzo, llegó un momento muy especial: una de las abuelas de la residencia nos contó un cuento sobre su propia abuela y cómo, con el tiempo, la había olvidado. Esta historia, contada con tanto cariño y sinceridad, nos ayudó a entender mejor la realidad de las personas que viven con Alzheimer, mostrándonos la importancia de la memoria y del afecto.
Talleres creativos y colaborativos
Tras la narración del cuento, pasamos a trabajar juntos en varios talleres. Los niños y los abuelitos compartieron risas, creatividad y esfuerzo mientras realizaban estas actividades:
- Plantar flores de Pascua: Decoramos macetas y plantamos flores que llenarán de color la residencia durante estas fiestas.
- Cartel de «Feliz Navidad»: Creamos un cartel lleno de mensajes de alegría y buenos deseos para todos los que forman parte de Mimara.
- Rompecabezas: Colaboramos para armar rompecabezas, una actividad que nos permitió compartir historias y conversar mientras trabajábamos en equipo.
- Botellas de la calma: Con materiales reciclados, fabricamos estas botellas llenas de colores y brillo, que serán un recordatorio de este día tan especial.
Lo que nos llevamos del día
Esta visita no solo fue una oportunidad para aprender, sino también para crecer como personas. Reflexionamos sobre temas como:
- El valor de los recuerdos: Comprendimos la importancia de la memoria y cómo la enfermedad puede afectar nuestras conexiones con los demás.
- La empatía y el cariño: Compartir tiempo con los abuelitos nos enseñó a valorar y respetar a las personas mayores, dándoles la importancia que merecen.
- La magia de trabajar juntos: Ya sea plantando flores o armando un rompecabezas, descubrimos que colaborar con los demás nos llena de alegría y nos acerca más.
Un día para recordar
Al finalizar, nos despedimos con abrazos y sonrisas, llevando con nosotros el recuerdo de los momentos compartidos. Este tipo de actividades no solo nos enseñan a los más pequeños a ser más empáticos, sino que también dejan una huella positiva en quienes más lo necesitan.
Estamos profundamente agradecidos con la residencia Mimara por acogernos y darnos esta hermosa oportunidad de compartir. ¡Esperamos volver pronto para seguir aprendiendo y disfrutando juntos!


