Comienza el mes de abril. El mes de los libros por excelencia y de las recomendaciones de lectura en diferentes programas de radio o televisión, en cualquier revista, tertulia o red social. Comienza el mes de abril, y con él las grandes conmemoraciones en torno al libro y el contagio de la lectura. El 2 de abril celebramos el Día Internacional del Libro Infantil, coincidiendo con la fecha del nacimiento de Hans Christian Andersen. El 23 de abril es el turno del Día del Libro, coincidiendo con el fallecimiento de Cervantes y Shakespeare.
Comienza el mes de abril, y con él un nuevo reto literario: escribir un relato semanal. Cada viernes de abril, como una cita ineludible, compartiré un relato con los lectores y lectoras de este blog. Un ramillete de historias con olor a primavera.
Comienza abril y la primera historia:
LA PRINCESA DEL VIÑEDO
Versión libre del cuento “La princesa y el guisante”
En mitad del viñedo real se alza, majestuoso, un castillo construido en la época en que el Rey Baco teñía sus canas con el enigma de la cosecha más poderosa de todos los tiempos, aquella que guardaba el secreto de la eterna juventud. En el castillo habita un joven príncipe que, cansado de vagar por el mundo en busca de mayor fortuna, regresó a sus tierras dispuesto a recuperar el esplendor del viñedo y encontrar esposa. Las horas raptadas al sueño, el valor de la tierra, el vigor de la planta o la intriga por la próxima cosecha han convertido la vida del joven príncipe en un transcurrir de días y semanas, de semanas y días que se posan en el calendario de los años. Sabe que su viñedo agoniza. Que tiene los días contados. Que su sequedad y desolación cubre ahora todo el reino. Un reino sombrío y tenebroso. Sabe que ha de buscar una solución a su desventura. Arañar la suerte. Devolver el poder perdido.
Parte ,el joven príncipe, en busca de la preciada uva que devuelva el esplendor al viñedo, antaño mágico y seductor. Una uva que cambie su fortuna. Una uva con la que hará el mejor y más seductor de los vinos del mundo. Un vino dulce, sedoso y armonioso. El vino del amor y la perpetua juventud.
A lomos de su caballo recorre el mundo entero buscando la preciada uva. Pero no halla ninguna de su gusto. Todas ellas tienen algún defecto y se pregunta si serán dignas de ser plantadas en su tierra. Tierra de reyes. La desolación se va apoderando del príncipe que, después de un año, viajando de país en país regresa a su castillo triste y abatido.
Una noche sombría, una joven muchacha llama a la puerta del castillo. El joven príncipe acude a la llamada y se sorprende de la serena belleza de la muchacha. Se enamora de ese rostro dulce, sedoso y armonioso.
– ¿Podríais dejarme dormir esta noche en el castillo?- pregunta la hermosa muchacha- Me dirigía a mi reino cuando unos ladrones nos asaltaron en el bosque. Han asesinado a todos los miembros de mi séquito real y robado todas mis pertenencias. Sólo conservo esta uva que mi padre me suplicó, en su lecho de muerte, protegiera con mi vida.
La muchacha mostró al príncipe una reluciente uva de color verde amarillento en cuyo interior se adivinaban unos gigantescos granos. Es la uva de la malvasía. Con su vino puede fabricarse el elixir de la eterna juventud y aquel que se bañe en su caldo no conocerá enfermedad alguna. Por ella mi país fue saqueado y quemada toda la cosecha.
El joven príncipe escuchó con devoción la historia de la muchacha. Pensó que los dioses habían vuelto para instalarse en su reino, pero aún no estaba del todo convencido de la historia de la muchacha, y sobre todo, no estaba muy convencido de que fuese una verdadera princesa. Urdió un plan para desenmascarar a la bella muchacha y descubrir si era una princesa de verdad. Ordenó preparar una gran cena en honor a la invitada donde se sirvieron los más exquisitos manjares y se bebieron los mejores vinos de las bodegas reales. Vino de reyes. Pero también un vino de innoble barrica. Un vino cuya uva jamás fue mimada ni consagrada por los dioses.
-¿Qué tal habéis comido princesa?- preguntó el príncipe al finalizar la suculenta cena.
– Magníficamente bien- respondió la princesa- que degustaba aún el exquisito plato de higos caramelizados sobre fondo de crema al aroma de vainilla.
– ¿Y qué os ha parecido el vino real?- preguntó de nuevo el príncipe- con una mueca socarrona en el rostro.
-¡Oh, siento decepcionaros príncipe!- respondió rauda la princesa – es el peor vino que he probado en mi vida.
-¡Oh, pero ningún invitado se ha quejado jamás de nuestro vino! – insistió el príncipe convencido aún de que no era una princesa de verdad.
– Pues me temo que sus invitados o no eran de sangre real o jamás habían probado el vino de reyes, y este vino no merece tal honor ni distinción.
El príncipe respiró con alivio. Por fin había encontrado una auténtica princesa. Se enamoró perdidamente de ella. La princesa, que además era una reputada enóloga, encontró el lugar donde poder desarrollar su auténtica vocación y aportó a su dote la uva malvasía. La planta de porte real y semierguido crece ahora en las palaciegas tierras. Por las noches recorren juntos el viñedo, solemne y vigoroso, visitando las bodegas donde fermenta su amor por el vino y la vida. Disfrutan de largas sesiones de vinoterapia y en las románticas cenas sólo brindan con el armonioso y cálido vino que los ha unido. El dulce bouquet acompaña la noche estrellada y la uva, que la princesa aportó como dote a su nuevo país, pasó a formar parte, por derecho propio, de las joyas de la Corona.
¡Gracias por visitar este blog!
2 comentarios
Buen reto y bonito comienzo. Estaremos a este lado de la pantalla para leerte. Un abrazo.
Autor
Gracias por estar a este lado de la pantalla.
Gracias por acompañarme en este reto.
Gracias por compartir la magia de la lectura.
¡Felices lecturas!
Un abrazo