Cuentos de Navidad

DECORAMOS LA PUERTA DE LA CLASE CON DIVERSAS TÉCNICAS Y MATERIALES DE LA EXPRESIÓN PLÁSTICA

En la HORA DEL CUENTO leemos cuentos de Navidad. Son cuentos con solapas y sorpresas que nos encantan. Cuentos para vivir la magia de la Navidad. Cuentos para soñar. Cuentos para cantar alegres villancicos. Cuentos que impregnan la clase del espíritu navideño.

Decoramos la puerta de la clase con un árbol de Navidad gigante que hemos pintado entre todos con témpera y pinceles y creamos un hermoso rincón navideño con mucha nieve. Es nuestro rincón de la BLANCA NAVIDAD.

Nuestra colección de cuentos de Navidad

En las conversaciones, en la asamblea de la mañana, en los rincones y en los recreos se habla de la Navidad, de los regalos, de la decoración de las calles, de las cartas a Papá Noel o a los Reyes Magos y María Jesús nos cuenta el cuento que ha escrito:

LOS REGALOS DE NAVIDAD

Faltaba  muy poco para Navidad y en el colegio de Sara no se hablaba de otra cosa.

Las guirnaldas que adornaban los pasillos brillaban a la luz del tímido sol de invierno.

Las bolas que los niños habían hecho con material reciclado y papel de celofán colgaban del gran árbol que había en la entrada del colegio y la profe de música ensayaba los villancicos para el Festival de Navidad.

 En  la clase de Sara hacían dibujos para participar en el concurso de tarjetas de Navidad que cada año convocaba el Ayuntamiento y en el patio de recreo se formaban grupitos alrededor de los catálogos de regalos con los que los  grandes almacenes abarrotaban los buzones.

  Los catálogos pasaban de mano en mano al grito de “me lo pido”. Algunos incluso  incorporaban pegatinas para facilitar la difícil tarea de elegir los regalos que los niños pedían a…

¿A quién pedían los niños los regalos?

 Sara descubrió, asombrada, que las cartas de sus compañeros tenían distintos destinatarios.

 Le pareció un asunto interesante y decidió investigar por su cuenta.

¿A quién escribes para que te traigan los regalos? – le preguntó a una niña rubia con coletas y un enorme lazo azul.

A Papá Noel- respondió la niña- ¿A quién si no?

 Sara  anotó la dirección  de Papá Noel en su cuaderno especial.

¿A quién escribes para que te traigan los regalos?- le preguntó a una pareja de gemelos pelirrojos que se peleaban por una pelota.

A Santa Claus- le respondieron los gemelos al unísono- ¿A quién si no?

 Y anotó la dirección en su cuaderno especial.

¿A quién escribes para que te traigan los regalos? – le preguntó al niño nuevo que venía de un país del que Sara había olvidado el nombre.

A San Nicolás- respondió el niño- ¿A quién si no?

 Y anotó la dirección en su cuaderno especial.

¿A quién escribes para que te traigan los regalos?- le preguntó a un niño moreno con un enorme catálogo de juguetes en la mano.

A los Reyes Magos- contestó el niño- ¿A quién si no?

 La dirección de los Reyes Magos no la anotó en su cuaderno especial pues se la sabía de memoria, pero sí anotó las fechas en que traían los regalos

San Nicolás: 5 de Diciembre

Papá Noel y Santa Claus: 24 de Diciembre

Reyes Magos: 5 de enero

 Sara, que siempre había enviado su carta a los Reyes Magos (bueno en el destinatario siempre escribía el nombre de su rey favorito, Gaspar) estaba muy emocionada con su nuevo descubrimiento. Y decidió hacer un experimento:

  ¿Qué pasaría si, en lugar de escribir una sola carta como todos los años, escribía tres cartas?

  ¡Sería genial tener regalos en tres fechas diferentes!

 Cogió un lápiz, con la punta bien afilada, y comenzó a escribir la primera carta, aunque tuvo que borrar un par de veces pues la letra no le salía todo lo bien que ella quería.

 Cuando, por fin, dio por finalizada la carta la echó en el buzón de correos.

  Hizo lo mismo con la segunda y con la tercera carta. Y esperó, emocionada, los regalos que había pedido.

  La noche del cinco de diciembre no podía dormirse de lo emocionada que estaba.

Colocó sus zapatos preferidos junto a la calefacción. Bram, el niño nuevo, que era holandés, le había dicho que tenía que colocarlos junto a la chimenea pero, como en su casa no había chimenea, pensó que la calefacción también serviría para ese fin.

 A la mañana siguiente Sara se levantó impaciente para ver sus regalos pero los zapatos estaban vacíos y, aunque miró en todos los rincones del salón, por allí no había pasado San Nicolás.

 Pensó que la carta se habría extraviado por el camino pero no se sentía triste. Había enviado otras dos cartas.

Y además ¿para qué necesitaba ella tantos regalos?

 La noche del veinticuatro de diciembre Sara no podía dormirse de lo emocionada que estaba.

Colocó sus calcetines favoritos junto a la calefacción. En las películas había visto que se colocaban en la chimenea pero en su casa no había chimenea así que volvió a pensar en la calefacción (Sara creía que lo importante era que estuvieran en un lugar bien calentito)

 A la mañana siguiente Sara se levantó impaciente para ver sus regalos pero los calcetines estaban vacíos y, aunque miró en todos los rincones del salón, por allí no había pasado Papá Noel, ni tampoco Santa Claus.

 -¡Qué extraño!- pensó- ¿Otra carta perdida? Pero no estaba triste. En realidad ella no necesitaba tantos regalos. Y estaba segura que los Reyes Magos le traerían, como siempre, los que había pedido en su carta.

 La noche del cinco de enero Sara no podía dormirse de lo emocionada que estaba.

Colocó en la puerta sus zapatos nuevos y dejó agua y comida para los camellos.

 A la mañana siguiente Sara se levantó impaciente para ver sus regalos pero el salón estaba vacío y, aunque miró en todos los rincones, por allí no había pasado ni Melchor, ni Gaspar ni Baltasar.

 No comprendía bien lo que había pasado y ahora sí que estaba triste.

 Lo que en realidad había ocurrido es que, con tantas emociones, se había confundido con las direcciones. Y escribió a los Reyes Magos al Polo Norte. La carta de San Nicolás la envió a Oriente y la de Papá Noel a España.

 El cartero no pudo entregar las cartas en su destino y, a los cinco días, Sara recibió las tres cartas que había enviado con una nota que decía: “desconocido”.

 Esta es la historia de cómo Sara casi se queda sin regalos esas navidades.

¿Casi?

  Siiiiiiiiii, casi, porque Gaspar, que por eso es un rey mago, echó en falta la carta que todos los años recibía de Sara. Y para darle una lección había escondido los regalos en su habitación.

   Sara, feliz, abrió sus regalos y prometió escribir una sola carta a sus queridísimos Reyes Magos de Oriente.

En el cole escribimos nuestras

cartas a los Reyes Magos

Nuestras cartas a los Reyes Magos

Y los Reyes Magos visitaron el colegio ( con todas las medidas de seguridad y el protocolo COVID 19) y les cantamos una bonita canción navideña.

El día anterior, en la asamblea de la mañana, respetando el turno de palabra y escuchando a nuestros compañeros y compañeras, hablamos sobre los regalos que cada uno de nosotros pedía a los Reyes Magos.

Maria Jesús lo iba escribiendo en cada carta con nuestro nombre, y nosotros lo dibujamos.

Nuestras cartas ya están en el buzón real

¡ Qué emoción cuando despertemos la mañana del 6 de enero y todos nuestros regalos estén bajo el árbol de Navidad!

¡ FELIZ NAVIDAD!

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