El Laboratorio de Fabricación Digital (FabLab) es un espacio de experimentación, fabricación y creación que se concibe para todos los sectores de la comunidad educativa interesados en la fabricación digital de sus diseños y propuestas mediante diferentes procedimientos.
Permite ampliar el horizonte creativo de cualquier persona gracias a las máquinas que se ponen a disposición.
Pero también debe concebirse como un espacio de debate, de colaboración entre materias y de compartir conocimiento.
ALGO MÁS QUE TECNOLOGÍA
Un laboratorio como éste no debe centrarse únicamente en la innovación educativa basada en la tecnología. Innovar no está necesariamente ligado a ella. Se concibe la tecnología como una infraestructura, esencial, pero no como un fin en sí misma. Por eso, se pretende que sea un espacio de debate, de creación, de técnicas de aprendizaje y de compartir conocimientos.
Un entorno donde es posible afrontar retos y aplicar enfoques que no pueden ser abordados en otros espacios institucionales (más disciplinares, rígidos y ocupados por lo urgente y mayoritario).
Innovación ciudadana y laboratorios ciudadanos. Proyecto Co-Lab
Este laboratorio debe caracterizarse por:
– La in-disciplinariedad: la transversalidad de los saberes y la colaboración entre materias diferentes.
– Conocimiento abierto: libertad de acceso y reutilización, publicación y generador de contenidos.
– Producción: prototipado rápido.
– Comunidades de aprendizaje: la transformación basada en el compartir metodologías y actitudes.
La aplicación de estas normas es lo que hace posible que, independientemente de los ámbitos temáticos, el laboratorio se configure como un espacio donde es posible incubar comunidades e
ideas.
Actualmente, los dos laboratorios de fabricación de la Consejería de Educación y Universidades del Gobierno de Canarias se encuentran ubicados en las dos islas capitalinas, Tenerife y Gran Canaria, en los CEP de La Laguna y Las Palmas de Gran Canaria respectivamente.
Existen en nuestro país y cada vez más, diferentes tipos de laboratorios, pero desde el punto de vista de la educación formal (por la que pasa todo el alumnado en su vida) no hay nada al respecto, existe un vacío que queremos cubrir con esta propuesta, de tal manera que se asocie con esos Labs que ya existen con otros cometidos y que el alumnado aprenda a manejarse en estos
entornos. Así, cuando terminen sus estudios (o mientras), un Co-Lab, un MakerSpace, un HackerSpace, un laboratorio ciudadano o un FabLab, no les parecerá algo extraño y habremos creado adolescentes participativos, colaborativos, innovadores.
Además, no serán los únicos beneficiados. El y la docente aprende con ellos, lo que perpetúa este aprendizaje en las generaciones futuras.