Archivo del Autor: Área de Comunicación de la DGOIC

La mula y el buey

La mula y el buey. Benito Pérez Galdós.

La mula y el buey. Benito Pérez Galdós.

Este cuento narra una historia que sucede en los días previos al 25 de diciembre, día de Navidad. Celinina es una niña de tres años que está gravemente enferma y muere con la pena de no haber podido tener una mula y un buey. La pena de la niña genera el remordimiento y la angustia del padre al sentirse culpable de que su hija no haya tenido su último deseo. Tras la muerte, Angelina sube al cielo con el deseo no satisfecho de haber tenido estos dos ansiados animales y vuelve a la tierra en busca de ellos.

Este cuento fue publicado en la revista «La Ilustración española» y americana de Madrid el día 22 de diciembre de 1876.

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Un viaje de impresiones

Un viaje de impresiones. Benito Pérez Galdós

Un viaje de impresiones. Benito Pérez Galdós.

El proyecto de Benito Pérez Galdós y su antiguo profesor del colegio San Agustín, Don Teófilo Martínez de Escobar, de escribir conjuntamente un libro con veintidós capítulos, quedó reducido a dos de ellos: el primero, «Una noche a bordo» fue escrito por Benito y en él relata los efectos terribles ue produce la travesía marítima, desde el mismo momento de subir al barco.

El segundo capítulo, «Nueve horas en Santa Cruz de Tenerife, fue escrito por Don Teófilo, por lo cual resulta inconcebible que hayan aparecido ediciones de Nueve horas en SC de TF y se ponga en cubierta que Galdós es su autor.

Los dos capítulos se escribieron en el mes de septiembre de 1864 cuando ambos autores iban de regresa en barco hacia Cádiz: Benito con destino a Madrid y Don Teófilo a Sevilla.

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Electra

Electra. Benito Pérez Galdós.

Electra. Benito Pérez Galdós.

Electra es una obra de teatro que tiene como protagonistas a Electra, una joven de 18 años que es recogida por su tía Evarista y su marido Don Urbano en su casa de Madrid. Anexo a la casa vive Máximo, un ingeniero, viudo y con dos hijos, que anda siempre metido en su laboratorio experimentando con la electricidad. Ambos se enamoran, pero Pantoja, un visitante habitual de la casa intenta separarlos internándola en un convento.

La obra se estrenó en Las Palmas el 16 de abril de 1901 con un estruendoso éxito, como anteriormente lo había tenido en Madrid, donde Galdós tuvo que salir 14 veces al escenario a saludar al público.

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Marianela

Marianela. Benito Pérez Galdós.

Marianela. Benito Pérez Galdós.

Marianela (Nela) es una chica deforme que vive enamorada de Pablo Penáguilas, a quien sirve de Lazarillo. La llegada al pueblo de Teodoro Golfín aviva la esperanza de Pablo de curarse de su ceguera y poder contemplar por fin a Marianela de la que está enamorado. Aunque la Nela desea que Pablo recupera la vista vive con el terrible miedo de que cuando eso sea verdad, Pablo veré la fealdad de su cara y de su cuerpo y ya no podrá seguirle siendo necesaria como lazarillo ni mantener con él su platónico idilio amoroso.

Marianela fue escrita durante los meses de julio y agosto de 1878 y, bastante tiempo después, en 1917, se llevó al teatro la adaptación teatral de la novela hacha por los hermanos Álvarez Quintero.

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9. La de los tristes destinos

Cubierta de La de los tristes destinoscon la imagen de la reina Isabel II a caballo.

Cubierta de «La de los tristes destinos» con la imagen de la reina Isabel II a caballo.

Otro de sus dobles literarios de Benito Pérez Galdós es Santiago Ibero. Galdós escribióLa de los tristes destinos, ultimo Episodio Nacional de la 4ª serie, entre enero y mayo de 1907. El titulo de este libro es el apodo de la reina Isabel II, a la que conoció en París en 1902, en un encuentro preparado por León y Castillo, embajador de España en Francia, e íntimo amigo de los dos: de la reina y de Don Benito. En esta novela, Galdós crea un nuevo personaje  al que puso el españolísimo nombre de Santiago (patrón de España) Ibero (de Iberia, España) que se convertiría en el narrador de la quinta serie:. Así lo presenta en La de los tristes destinos:

«—El otro es un jovencillo de apenas veinte años, llamado Santiago Ibero, arrogante, guapísimo y muy inteligente.

—No le prenderían por su mucho talento y su guapeza. [Quien habla es la reina Isabel II]

—Le prendieron no más que por haberlo visto en la calle con un tal Moriones […] Pero le aseguro que Iberito no anduvo más en líos revolucionarios, ni sabe nada de eso. Añadiré tan solo que es de una gran familia y que su padre, el coronel D. Santiago Ibero, ha sido uno de los valientes defensores del Trono de Vuestra Majestad.

—Santiago… Ibero… murmuró la reina…

—A españolismo neto nadie gana a este chico que han preso injustamente, señora…Es valiente, es aventurero, es enamorado…»

La intervención de la reina provoca la liberación de los dos amigos y Leoncio Ansúrez, conociendo las penurias de Ibero lo invita a su casa:

«—… Tú te vienes conmigo a mi casa. No permitiré que andes rodando por posadas o casas de dormir, donde no faltarían soplones que te dieran otro susto…

—…¿A dónde voy yo con mis bolsillos demasiado limpios y con este cuerpo que ya no puede con tantas hambres y trabajos?… En tu casa me arreglaré la máquina y volveré a salir por esos mundos… Ya sabes que mi destino es correr, navegar por mares y caminos, y salir al encuentro de las cosas grandes que viene… si es que quieren venir… no sabemos de dónde…

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Propuestas didácticas

Se incluyen en esta entrada una serie de documentos y guías didácticas prácticas sobre la vida y obras de Benito Pérez Galdós, cuya información ha sido proporcionada por la profesora Salvadora Luján Ramón. A través de ellas se puede profundizar, a nivel educativo, sobre aspectos concretos de la obra de Galdós.

Pueden consultarse o descargarse haciendo clic sobre los enlaces:

Enlaces a recursos didácticos y propuestas didácticas sobre Galdós.

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10. Los 5 regresos de Pérez Galdós a Las Palmas

Cubierta de Las Palmas y Don Benito, un afecto mutuo.

Cubierta de Las Palmas y Don Benito, un afecto mutuo.

Que sepamos, al menos en cinco ocasiones volvió Benito Pérez Galdós a su Tierra después de 1862. Así lo atestigua Juan Rodríguez Drincourt, que fue secretario del Ayuntamiento de Las palmas de Gran canaria y durante mucho tiempo estuvo investigando en las actas de esta institución todo lo relacionado con Benito Pérez Galdós y luego trasladó a a su libro: Las Palmas y don Benito, un afecto mutuo:

 Primer regreso: después de cursar su primer año de estudios en Madrid, en junio de 1863 regresó a Las Palmas para pasar las vacaciones de verano con su familia, y tal vez en busca de su amor, su prima Sisita. Tanto prolongó su estancia en su casa del Monte, que al volver a Madrid se le había pasado el plazo de matrícula y tuvo que pedir la gracia de la prórroga para cursar Derecho Romano, Político, Administrativo y Economía.

Segundo regreso: también este año de 1864, concluido el curso, vino de nuevo a pasar la vacaciones de verano con su familia. Su padre ya era un viejecito de 80 años y, en su casa del Monte, Benito recuperó fuerzas y en septiembre volvió a Madrid embarcando en el vapor Almogávar.

Tercer regreso: siendo redactor de La Nacióny de la Revista del Movimiento Intelectual de Europa, con veintitrés años, regresa a las Palmas en 1866, esta vez por motivos políticos, pues siendo un hombre comprometido con las ideas liberales y, ante la tensión imperante en Madrid, que en ese verano se iban a producir sesenta fusilamientos, optó por refugiarse en la tranquilidad de la calle del Cano y la casa del Monte, y no regresó a Madrid hasta principios 1867.

Cuarto regreso frustrado: en 1868, al regreso de su segundo viaje a París con su hermano Domingo y su cuñada Magdalena, embarcó en Barcelona en el vapor América con destino a Las Palmas, pero cuando el barco hizo escala en Alicante, Galdós abandonó el barco, argumentando a su familia que tenía mucho que estudiar, y se dirigió inmediatamente a Madrid para asistir como espectador en primera fila a los acontecimientos revolucionarios que se estaban produciendo para destronar a la reina Isabel II, frustrándose el que pudo ser el 4º viaje de Galdós a Las Palmas. Era el mes de septiembre del 68 y Galdós llegó a Madrid a tiempo de presenciar en la Puerta del Sol la entrada de Serrano.

Cuarto regreso: en el verano de 1869 se produce el cuarto regreso a su ciudad natal: su hermano mayor, Domingo, está enfermo y en mala situación económica, su padre a punto de morir, sus hermanos mayores, todos en Cuba, también Sisita está en América. Don Benito regresó a Madrid entristecido por el panorama familiar.

Quinto regreso: el 18 de octubre de 1894 arribó a Las Palmas en el vapor Pío IX. Tenía don Benito 51 años y esta vez retornaba como insigne literato de celebridad universal. Según consta en el acta municipal, se omitieron algunas manifestaciones de regocijo como bandas de música, etc., en atención a que así lo rogó la familia a la alcaldía a consecuencia del reciente luto en que se halla por el fallecimiento de Magdalena Hurtado de Mendoza, esposa de Domingo Pérez Galdós.

También se dispuso, por unanimidad, en ese pleno colocar solemnemente en la casa natal, una placa conmemorativa. Y, finalmente, «se determinó grabar en loza de mármol los letreros de la calle que lleva el nombre del eximio literato de celebridad universal».

El 9 de noviembre se produjo el regreso de Galdós: «Una numerosa comisión de este Ayuntamiento despidió de la manera más afectuosa a nuestro eminente conciudadano, que embarcó en el vapor corre Hespérides, habiéndose significado por la banda municipal de música y otras demostraciones de honor la alta estima y las grandes simpatías de esta ciudad al célebre literato».

En estos veinte días de estancia en la ciudad, Galdós fue objeto de numerosos homenajes, entre ellos el celebrado en el Gabinete Literario, que le entregó el título de Socio de honor, haciéndole la entrega el General Bravo, que por cierto, comparte calle con Don Benito.

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11. Conclusión

Benito Pérez Galdós leyendo su discurso de ingreso.

Benito Pérez Galdós leyendo en tertulia literaria.

Insistimos en que, aunque todavía haya gente que diga que Galdós se marchó renegando de su tierra para nunca más volver, eso es totalmente falso, como hemos podido leer en el epígrafe anterior.

En cinco ocasiones volvió Galdós a Las Palmas tras marcharse en 1862. ¿Por qué no vino más?, se preguntan muchos de los que alegan que Galdós no quiso saber nada de Canarias después de su llegada a Madrid ¿Fue porque renegaba de su tierra? No vamos a dar credibilidad a los que inventaron la infamia de que aquel día Benito se sacudió los zapatos para no llevarse a Madrid ni el polvo de Canarias. Esa leyenda se le atribuyó en el siglo XV a Teresa de Jesús con Ávila y alguien la desempolvó (nunca mejor dicho) cuatro siglos más tarde para aplicársela falsamente a Galdós.

En 1862, un viaje a Madrid podía durar hasta dos semanas siempre que se tuviera dinero para utilizar todos los medios de transporte necesarios: el barco, luego el tren, más tarde diligencias o animales de carga.… y vuelta al tren para llegar a Madrid. Y si le añadimos el horror de Benito a los barcos y la intermitencia de las salidas de estos (cada quince días), lo normal era que todos los estudiantes volvieran a Canarias solo una vez al año para pasar las vacaciones del verano

Pero es que, además, poco le duró la vida de estudiante a Benito Pérez, pues pronto empezó sus colaboraciones con las revistas madrileñas y a ver que tenía posibilidades en su carrera como escritor. Y si a eso le unimos que en Madrid tenía excelentes bibliotecas como la del Ateneo; los mejores teatros, como el Real; la política en la calle, donde se desarrollaban todos los acontecimientos trascendentales de la Historia de España que tanto le interesaba; la vida social  y cultural en contacto con escritores, músicos, artistas, etc. tendremos que ver normal que, tras publicar su primera novela, La Fontana de Oro, en 1870, viera las puertas abiertas a su triunfo como escritor y tomara la decisión de instalarse definitivamente en Madrid, aunque nunca olvidó a Canarias, su Tierra, «LA TIERRA DE GALDÓS».

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Monumento de Galdós en el Muelle Viejo de San Telmo

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Fotos antiguas de Las Palmas de Gran Canaria

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Fotos antiguas de Las Palmas de Gran Canaria (II)

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Fotos antiguas de Las Palmas de Gran Canaria (III)

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Fotos antiguas de Canarias (Gran Canaria)

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Fotos antiguas de Canarias (Tenerife)

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1. Introducción

Imagen de Benito Pérez Galdós sentado con dos gatos cogidos. Esta foto fue dedicada a su hija María.

Tres ciudades españolas fueron cruciales en la vida y obra de Galdós:

Las Palmas es la ciudad en la que nació y donde se modeló su carácter y su formación cultural, académica y social.

Madrid fue la ciudad donde se asentó definitivamente, desde que con diecinueve años llegó para estudiar Derecho en su universidad, y fue tanta su identificación con la capital del Reino que llegó a convertirla en su ciudad literaria.

Santander supuso para Don Benito el reencuentro con el mar que había dejado en Canarias. Esta ciudad se convirtió en el lugar de descanso desde 1871, cuando veraneó en ella por primera vez con su familia canaria, hasta finales de 1917, que salió, muy enfermo, para nunca más volver.

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2. Las Palmas, la primera ciudad

Vistas del puerto y las montañas de las Isletas desde la torre de la Catedral hacia 1895. Luis Ojeda Pérez.

Es la primera (y originaria) Ciudad de Galdós. En 1843, año de su nacimiento, Las Palmas era una pequeña ciudad de 15.000 habitantes con calles de piedra y pilares públicos para el abastecimiento de agua a la población que carecía de pozos en los patios de sus casas; una ciudad sin luz eléctrica iluminada solamente por las luces mortecinas de las antorchas y faroles de aceite o por la luna llena; una ciudad provinciana repleta de conventos, iglesias y ermitas, sin universidad (no la tendría hasta finales del siglo XX), ni centros culturales, ni institutos públicos de segunda enseñanza, ni teatros, ni bibliotecas, ni siquiera carruajes que circularan por sus empedradas y polvorientas calles. Una ciudad con solo dos barrios encerrados entre sus desvencijadas e inútiles murallas ya casi totalmente desarboladas. Una ciudad que, gracias a las primeras iniciativas del Gabinete Literario, empezaba a salir de un largo letargo de más de tres siglos negada a la Educación, la Cultura y el Progreso.

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3. El barrio de Triana y la calle del Cano

Barrio de Triana y calle del Cano en 1893. Al fondo el Teatro Tirso de Molina (luego, Pérez Galdós, y la Catedral. Carl Norman.

En 1478 se funda la ciudad de Las Palmas sobre un inmenso palmeral atravesado por el barranco del Guiniguada. A la derecha quedó Vegueta, el campamento fundacional, hoy señorial y antigua, con sus viejas casas coloniales de piedra gris y verde, donde se asientan las principales instituciones de la ciudad.

A la izquierda del barranco se fue formando Triana, barrio de pescadores y artesanos en un principio, pero que a lo largo del siglo XIX se convierte en la zona comercial de la ciudad donde se instala la nueva burguesía mercantil que vive, principalmente, del comercio de los productos que entran y salían de la isla por el muelle viejo de Las Palmas, el mismo por el que salió y entró Galdós en todos los viajes que hizo a la Península, salvo el último en 1894.

La calle del Cano, donde estaba (y está) la casa natal de Galdós era recta y estrecha y se extendía desde la calle Malteses hasta la plaza del convento de San Bernardo, hoy inexistente.

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4. La casa natal

La casa natal de Benito Pérez Galdós en los años 30 del siglo XX con la librería «La Tierra de Galdós».

La casa donde nació Benito Pérez Galdós es una construcción de tres plantas, fabricada conforme al modelo arquitectónico de finales del siglo XVIII. En ella podemos observar todavía algunos de los elementos característicos de mediados del siglo XIX, a pesar de su reestructuración y acomodo para uso museístico, tales como el carrillón, el pozo, los patios, las galerías, los techos y suelos de tea, etcétera.

Galdós nace  en esta vivienda de la calle del Cano, el ya mencionado 10 de mayo de 1843, y en la misma casa residiría hasta su marcha a Madrid, en 1862, para ingresar como estudiante de Leyes en la Universidad de la capital de España.

En los años 30 del siglo XX, un sobrino suyo, Ambrosio Hurtado de Mendoza, que fue alcalde de la ciudad entre 1904 y 1907, abrió en la casa una librería con el nombre de «La Tierra de Galdós», que fue la antesala de lo que hoy es la actual Casa-Museo.

La vivienda fue adquirida por el Cabildo de Gran Canaria en 1958 y abierta en 1964 como Casa-Museo Pérez Galdós con la fuerte oposición de la iglesia oficial.

Hoy se conserva en ella el mayor legado del escritor que, según consta en la Guía de la Casa-Museo, está formado por gran parte del mobiliario de sus casas de Madrid (despacho y dormitorio) y Santander (despacho, dormitorio y comedor), de su biblioteca personal (3.696 libros), de sus manuscritos (32), de sus galeradas (53), de sus cartas y otros objetos y documentos personales (9.772) adquiridos por esta institución a lo largo del tiempo.

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5. La casa del monte

Escritorio, dibujos y otros recuerdos de Don Benito en la casa del Monte en 1831. Fotografía Alemana en 1931.

Tras participar en la Guerra de la Independencia contra los franceses, Sebastián y Domingo Pérez, padre y el tío de Benito, recibieron una porción de terreno en el Monte Lentiscal, cerca de la Caldera de Bandama. Allí construyeron una casa con lagar y dedicaron parte de la finca «de los Lirios» al cultivo de la vid.

Años más tarde, el escritor canario Claudio de la Torre escribiría: «Benito Pérez Galdós a los diez años de edad se sentaba también aquí, a la vuelta de sus emocionantes excursiones. Volvía casi siempre de trepar por el volcán de la Caldera la que llamaba “su volcán”, no tanto por estar enclavado en la extensa propiedad de sus padres, sino porque desde allá arriba, desde el pico, descubría un mundo inagotable para su fantasía. Sus ojos debieron de acostumbrarse rápidamente en aquellas alturas a unir en un mismo paisaje las arenas lejanas de las playas de Gando con la vega distante de Santa Brígida, en la que ya brotan los castaños».

Esta casa pasaría a ser propiedad de Domingo, el hermano mayor de Benito, en 1850, cuando volvió de Cuba casado con Magdalena Hurtado de Mendoza, pasando posteriormente a ser propiedad de Ignacio Pérez Galdós, el que fuera capitán general de Canarias.

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6. La casa del puerto

La casa de los Pérez Galdós, junto al castillo de Santa Catalina en la carretera del Puerto hacia 1894.

Esta sería la tercera vivienda que la familia Pérez Galdós tuvo en Las Palmas. Se encontraba situada en la nueva carretera que salía desde el parque de San Telmo y terminada en el muelle de La Luz. En esta casa permanecería bastante tiempo Don Benito la última vez que vino a Las Palmas en 1894, cuando ya era una celebridad universal. Así lo cuenta Manuel Herrera Hernández: «Se esperaba que el vaporPío IX llegara al Puerto de la Luz en las primeras horas del jueves día 18 y se organizaba un recibimiento entusiasta. Por esto el día 16 de octubre el alcalde Felipe Massieu y Falcón publicó una alocución a los habitantes de Las Palmas en la que decía que “después de una ausencia prolongada por más de veinte años, habremos de sentir muy en breve intenso júbilo al ver en el querido suelo natal a nuestro conciudadano el ilustre Don Benito Pérez Galdós…”.

Al poner el pie en tierra resonaron generales aplausos y algunos gritos entusiastas de ¡viva Galdós!, ¡viva el príncipe de las letras patrias! Desde la escalinata del muelle hasta el lugar donde se hallaba situado el carruaje, Galdós fue aclamado y cumplimentado por las distintas comisiones y corporaciones. Ocupó después un carruaje acompañado de su hermano Ignacio Pérez Galdós, del alcalde y del delegado del Gobierno siguiendo una larga fila de coches hasta la casa de recreo que la familia de Galdós poseía en Santa Catalina».

Durante esa visita, el Ayuntamiento dispuso colocar solemnemente una placa conmemorativa en la casa natal del insigne escritor, que era otra, la de la calle del Cano en el barrio de Triana.

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7. La calle del escritor Pérez Galdós

La calle del escritor Pérez Galdós en Las Palmas hacia 1890.

Esta calle, que lleva los apellidos del más ilustre de los escritores canarios de todos los tiempos, se trazó en la segunda mitad del siglo XIX tras la demolición del convento de San Bernardo, el mayor que ha existido en Canarias.

Como durante algún tiempo muchos ciudadanos pensaban que la calle PÉREZ GALDÓS recibió este nombre en honor a su hermano Ignacio, quien fuera ilustre militar y capitán general de Canarias, transcribimos el acuerdo tomado en el pleno municipal celebrado el 15 de octubre de 1883 en el que se acordó «denominar la prolongación de San Francisco como CALLE PÉREZ GALDÓS, en honor al eminente novelista, hijo de Las Palmas y gloria de la literatura patria».

En esta calle, donde se emplaza en la actualidad la Casa-Palacio del Cabildo de Gran Canaria y el palacete Rodríguez Quegles, estuvo situado en 1915 el primer instituto de la provincia de Las Palmas, que llevaba el nombre de INSTITUTO PÉREZ GALDÓS. Luego, se trasladó al nuevo edificio de la calle Juan de Quesada, convertido hoy en el Rectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

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8. Madrid, la segunda ciudad. Las casas de huéspedes

La Puerta del Sol

La Puerta del Sol, centro de la vida de Galdós en sus primeros años madrileños, en 1857.

Recién llegado a Madrid, con 19 años, el estudiante Benito Pérez se hospedó en una casa de huéspedes (todavía no se decía pensión) de la calle del Olivar, pero al estar algo alejada del centro de Madrid, pronto se traslada, junto con Fernando León y Castillo, su amigo y compañero del Colegio San Agustín, a otra casa en la calle de Las Fuentes, número 3, que estaba muy cercana a la Puerta del Sol donde se encontraba la tertulia canaria del Café Universal.

En 1863, hizo un nuevo traslado a la Calle del Olivo nº 9, que era una zona más animada. Allí Galdós se hospedó durante seis años a tan solo dos minutos de la calle de la Montera donde estaba el Ateneo, «el altar de mis sueños», como lo llamaba Galdós. Esta casa de huéspedes fue inmortalizada por Galdós en la de «Doña Virginia», que aparece descrita en su novela El Doctor Centeno, trasladándonos el ambiente estudiantil de la época con bastantes insinuaciones autobiográficas. La pensión estaba justo enfrente de la casa del escritor madrileño  Mesonero Romanos, con quien trabó amistad y que tanto influyó animando al joven escritor que era Galdós en aquellos momentos iniciales.

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