Las Generaciones Sin Futuro Exigimos Justicia Climática.
Tras muchos años ignorando el problema, la crisis climática, ecológica y social está aquí, y ha venido para quedarse. Las generaciones en el poder han vendido nuestro futuro a cambio de su propio bienestar, dejándonos en un planeta que camina por la cuerda floja mirando al abismo.
Desde hace unos meses las emisiones no han parado de crecer. Las pasadas semanas la concentración de CO2 superó el récord desde hace tres millones de años, llegando a 415 partes por millón, y un informe global sobre biodiversidad nos alertaba de una extinción masiva de especies a un ritmo sin precedentes, que pone en riesgo nuestra propia supervivencia.
Sin embargo, también en estas semanas, hemos sido testigos del efecto que han tenido los distintos colectivos por la justicia climática en nuestra sociedad. En los medios de comunicación la emergencia climática es un tema cada vez más común, e incluso algunos gobiernos han reconocido la inminencia del caos.
Por ello, y porque nos negamos a aceptar que nuestro futuro ya este escrito, seguiremos luchando hasta que se declare la emergencia climática y ambiental, vinculada a un plan de transición ecológica con unas medidas que se ajusten a la gravedad advertida por el consenso científico, y que lo hagan con criterios de justicia social e internacional.
Nos estamos jugando nuestra propia vida, y esta, tal y como la conocemos, se acaba.
Toca decidir en qué lado de la historia quieres estar; nosotros lo tenemos claro.
Información adicional al Manifiesto.
- El cambio climático es un problema real que se agravará si no se toman medidas a corto plazo (un informe realizado y emitido por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) indica que los gobiernos de todo el mundo deben realizar «cambios rápidos, de largo alcance y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad» para evitar niveles desastrosos de calentamiento global y que estos cambios deben realizarse antes de 2030).
- Si se quiere cumplir la meta, se requiere una disminución en 2030 del 45% de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) — el principal gas de efecto invernadero — respecto al nivel de 2010. En 2050, esas emisiones — que mayoritariamente proceden de los combustibles fósiles — deben haberse reducido.