Dos de las grandes preocupaciones que compartimos los docentes son las cotas de agresividad y pasotismo que están alcanzando nuestros alumnos. Estas preocupaciones se han convertido en una obsesión, hasta tal punto que nos siguen a todas partes. No hay reunión, tertulia, almuerzo o cena de docentes en la que no afloren estos temas; esto nos ha llevado a establecer una consigna: “prohibido hablar de niños y de colegios”, pero jamás la cumplimos. ¿Qué hacer? ¿Qué está pasando? Situémonos ante el problema, reflexionemos y busquemos soluciones, porque tiene que haberlas.
En los últimos treinta años se ha producido un vertiginoso cambio en nuestra sociedad. Con la instauración de la democracia nuestro país se abre a Europa, cambia el régimen de vida de los españoles. Se produce un cambio de mentalidades, se habla, incluso, de una “crisis de valores”, que yo prefiero señalar como evolución de los hasta entonces vigentes. Estamos ante lo que yo llamaría una “revolución social”, una revolución que tiene su origen en la familia.
Con la incorporación de la mujer, de forma masiva, al mundo del trabajo la familia española modifica su estructura. La escolarización de los niños a partir de los tres años hace que el profesorado asuma una serie de responsabilidades que antes correspondían a la familia, y dentro de ésta a la madre. No cabe la menor duda de que el tipo de infancia ha cambiado.
Las innovaciones tecnológicas no sólo se han multiplicado sino que siguen en permanente desarrollo. Esto conlleva la constante puesta al día si se quiere obtener, o mantener, un puesto de trabajo. Los cambios tecnológicos y científicos se operan a una velocidad mayor de la que puedan seguir los trabajadores para obtener cualificaciones, lo que hace que aumente el sentimiento de inseguridad en los individuos.
Nadie espera hoy que los conocimientos adquiridos en su juventud le basten para toda la vida, pues los avances de la tecnología le exigen una actualización permanente del saber. La educación básica ya no es suficiente.
Todo esto ha hecho necesario un cambio de perfil del profesorado. El papel del profesor ya no consiste en enseñar, transmitir una serie de conocimientos. Su función es desarrollar en el alumno una serie de capacidades que le permitan aprender por sí solo. La reconversión industrial de los trabajadores requiere una formación de base que le capacite para la adquisición nuevos conocimientos y habilidades de forma autónoma
La evolución demográfica ha aumentado la longevidad, las jubilaciones anticipadas son cada vez más frecuentes .La educación para la vida en soledad, el ocio y el tiempo libre que deberá asumir nuestro sistema educativo.
Esta vertiginosa sociedad de la que formamos parte está creando en los individuos frustraciones de todo, tipo, estados de ansiedad, miedos, etc. La educación emocional se ha convertido en el boom de este fin de siglo. Son numerosos los autores que centran su atención sobre ella, se ha llegado, incluso a hablar de una “inteligencia emocional”. Nuestras librerías están repletas de obras que, con títulos atrayentes y sugestivos, centran su atención en el estudio de las emociones, las ediciones de muchos de estos libros se suceden y se agotan de forma espectacular, tal es la incidencia que tiene el tema en el lector medio.El adulto busca una respuesta, una ayuda, en este tipo de lecturas.
Nuestro sistema educativo señala como principal objetivo la educación integral, el desarrollo la personalidad, que abarca la educación intelectual sino la educación emocional expresada ésta última bajo la terminología de “actitudes”.
Todos los elementos presentados me llevan a la conclusión de que se hace necesario desarrollar la autonomía de la persona así como su capacidad de adaptación y evolución. Y esto es tarea nuestra.
Se hace necesario acometer la educación emocional de los alumnos. Los objetivos de la educación de las emociones deben figurar en todas las programaciones de áreas, así como las estrategias a seguir. Sólo así podremos desarrollar “las actitudes”.
Todos sabemos perfectamente el bloqueo que producen los problemas emocionales en el funcionamiento de la mente. Detrás de un fracaso escolar o de un problema de disciplina grave se esconde siempre un problema de índole emocional. El descontrol de las emociones absorbe de tal modo la atención del individuo que obstaculiza cualquier intento de atender a otra cosa, le impide la concentración y el desarrollo normal de su trabajo.
Es un hecho evidente que las emociones, positivas o negativas, inciden en nuestra capacidad de pensar, favoreciendo o dificultando nuestro pensamiento. Si el principal objetivo de la educación es la realización del individuo, no podemos desatender esta faceta de su personalidad. Su éxito o fracaso en la vida dependerá, en gran medida, de su estabilidad emocional.
Formarse una imagen de sí mismo, relacionarse con otras personas y participar en actividades de grupo figuran entre los objetivos generales de la L.O.G.S.E.” Vuelvo a centrar mi atención sobre los dos problemas que nos preocupan y que ya señalé al inicio de este artículo. La agresividad de nuestros alumnos ¿a qué se debe?, ¿quién es el culpable?. Es importante recordar que los niños no desean ser malos. Un chico malo no es feliz. Muchos de los jóvenes que tienen problemas de conducta también los tienen a la hora de reconocer de forma adecuada sus sentimientos. La agresividad, asegura Freud, es inherente al hombre. Se trata de un instinto que no se puede erradicar pero sí transformar. Es uno de los objetivos de la educación emocional.
El pasotismo de nuestros alumnos ¿a qué se debe? Además de acudir al Centro sin material escolar de ningún tipo, su actitud en clase es muy variada: dedican gran parte de la jornada a realizar dibujos, intentan oír música con sus walkman, interrumpen constantemente las clases, algunos, incluso intentan dormir. ¿Qué hacer?, ¿cómo motivarlos para que hagan algo?
Se abre ante nosotros, los docentes, un amplio campo de acción. Nos queda un largo camino por recorrer. Abordar proyectos de investigación educativa, que incluyan en el curriculum la educación de las emociones, es el camino a seguir. La experiencia ganada día a día, el dejarse la piel en el aula, hace del docente la pieza fundamental de todo este engranaje que es la educación.