ECOTERAPIA,…¡Y ESO DE QUÉ VA!
Mercedes Alonso Bethencourt. C.E.I.P. Atlántida. Tutora de Educación Infantil (5 años). Coordinadora del Proyecto Huerto-Granja: «Manos Verdes». Coordinadora del Proyecto Redecos : «Hespérides».
Si quisiera…, podría decir: …que en el C.E.I.P. Atlántida existe un huerto muy «cuco» donde los cultivos de solana y los de umbría tienen cada uno su espacio; que se está intentando crear en la loma un jardín con plantas autóctonas; que en su invernadero, las plantas gozan de buena salud o simplemente se recuperan de sus achaques; que siguiendo los principios de la agricultura ecológica se cuenta con lombricompostera, lugar de compost, lugar de abono de animales, árboles frutales, plantas medicinales; que los alumnos se encargan del riego y el mantenimiento, especialmente los viernes; que se realizan talleres de huerto-granja para los peques de Educación Infantil, que se muestran felices sembrando girasoles, recogiendo hierbas indeseadas y caracoles para dar a las aves, etc; que en su granja, los animales, además de bien cuidados y controlados por un veterinario, son privilegiados por contar con el cariño y las atenciones de todos los alumnos que, voluntariamente, se apuntan en un calendario y rotan por ella para cumplir con su mantenimiento; que las madres colaboran, en la medida que pueden, que nos prestan sus manos verdes para recoger las frutas y hortalizas, adquiriendo de ellas una ayuda económica simbólica para comprar el pienso, que se suele acabar en el verano; que cada grupo puede contar con su poceta de cultivo; éstas, y tantas y tantas cosas más que, como en todo proyecto que se precie, debe tenerse en cuenta.
Pero no,…no voy a extenderme, contándoles cómo funciona nuestro huerto-granja.
Voy a contarles las intimidades que, normalmente, no se cuentan. Que nos cuestan comunicar, que no nos atrevemos a confesar por eso de que te tilden de «rarita». Pero lo cierto, es que me apetece compartir en este momento las virtudes que se respiran (¡y… nunca mejor dicho!) en estos espacios «camuflados» de los que solemos «pasar» y, desgraciadamente, algunos sin tomarse la molestia de visitarlos y ver lo entrañables que resultan en muchas ocasiones.
Ocasiones que paso a describir con mucho orgullo y ternura. Además de la gran biodiversidad, que desarrolla nuestra curiosidad y nuestro intelecto, nos atrevemos a utilizar el tiempo dedicado a una observación zen para adquirir serenidad y sosiego que nos aportan «vitaminas mágicas instantáneas» para pasar el resto del día y conseguir, en pocos minutos, lo que no logramos con otros productos farmacéuticos a largo plazo y, tal vez, recetados por un doctor que, prácticamente, sólo conoce nuestro nombre, en el mejor de los casos. La consulta de eco-terapia nos sale gratis y no tenemos que aguardar turnos de tiempo perdido para que nos atiendan,…no,…atendemos nosotros y somos atendidos por la naturaleza que se da espontáneamente a nuestros SEIS SENTIDOS, (incluyendo el sentido común) o debería decir…¡siete¡ (¡número mágico!) añadiendo, el sentido del humor, tan defenestrado en la labor de algunos docentes con sus discentes (apadrino este término casi en desuso: si los profesores somos docentes, los alumnos son discentes, un término apropiado derivado de discernimiento, de discernir, pensar diferencialmente, razonar, es decir aquello que nos diferencia del resto del reino animal, la razón), donde los SENTImientos de ambos como seres humanos están presentes tanto, en nuestro SER como en nuestro QUEHACER. Y…¿qué hacer?
Como no me caracterizo por ser «con-formista» (con una forma de ser)…sigo investigando… como quien se entusiasma leyendo una novela y no puede parar por estar casi poseído por su trama. Así, paseo relajada, cuando nadie me ve, por los pasillos casi deshechos por el viento y la lluvia que cobran sus servicios, de vez en cuando, con algún que otro «estraguillo». Los sonidos susurrantes y delicados del lugar, me invitan a respirar con más intensidad que de costumbre, me llevan a una meditación guiada por pájaros, ráfagas de brisas contra las ramas y pisadas lentas sin destino determinado. ¡Soy muy afortunada!.
Muchas veces, tomo las flores que me ofrece tan generosamente el jardín y, devuelvo el halago con una formación de ikebana que comparto con toda la comunidad educativa, colocándolo en un lugar de honor: el «recibidor» del Centro. Es tan grande, este lugar, que, para hacerlo más acogedor y «vivo», hemos redecorado la estancia con una fuentecilla, un terrario, que lloraba desconsolado y olvidado en el laboratorio, que con la exposición, durante dos días, de algún animalito pequeño vivo del huerto (mantis, saltamontes, caracoles, ratoncillo, etc), y un acuario reutilizado, rechazado por ceder su puesto en una estantería que debía albergar a una pantalla de plasma de grandes dimensiones en un hogar moderno. En Navidad, en este mismo rincón, se realiza el Belén, con diversos materiales entre los que destacan los donados por nuestras «Aulas Verdes». Esto hace que el huerto esté algo más cerca de aquellos que no van nunca porque…, porque…, porque…, ¿ … ? … ¿ Por qué?
En ocasiones, acompañados del aroma a hierba-huerto, realizamos «reuniones clandestinas» (por la intimidad que de ellas se derivan) entre compañeras, para desahogar penas derivadas de conflictos cotidianos o simplemente para compartir un ratito de tranquilidad tomándonos el zumo mientras el recreo sigue su curso.
En días de calor, aprovechamos la sombra de un árbol cercano a las mesas de pic-nic, colocadas estratégicamente para no perder la refrescante bendición de ella, degustamos el tentempié de media mañana o desarrollamos la visita de padres/madres de algún martes por la tarde.
En fechas puntuales: el taller de cocina canaria hermana el gofio con el millo orgulloso que se balancea en el terreno cercano o el tomate que comparte la ensaladera con el orégano; el taller de pintura mezcla colores extraídos in-situ porque «la ocasión la pinta…»; el taller de reciclaje de papel está más completo con un secado natural del experimento; el taller de sonidos cuenta con una orquesta de pajaritos y hojas secas, con amplia trayectoria musical y una acústica digna de un auditorio prestigioso; el taller de relax o yoga con los beneficios de unas inspiraciones de excelente calidad en un espacio creado para la serenidad; el taller de observación, donde ver cómo se baña, con extremada meticulosidad, un pato en la charca, da paso a una lección del eje trasversal de educación para la salud; el taller de convivencia crea un espacio de trabajo cooperativo para atender los animales y su hábitat, sin alterar la paz del lugar con demostraciones de miedos histéricos; el taller de escritura con plumas de aves (patos, gallinas y pavos reales las donan gentilmente como hace siglos), para experimentar con rotuladores ecológicos y reutilizables, y mil y uno «inventables» que también tienen cabida si hay voluntad y un poco de imaginación,… Dejemos que los alumnos nos contagien no sólo los catarros sino la ILUSIÓN por crear ocasiones inolvidables…
En cuanto a definiciones, para recalcar mi sencilla tesis, sólo tenemos que acudir al diccionario y buscar el significado de Ecología: «Ciencia que se ocupa de las relaciones tanto de los seres vivos con el ambiente que los rodea, como de los seres vivos entre sí. Su objeto es el estudio de los ecosistemas. La ecología contribuye a resolver los problemas ambientales (¡Con la que se está armando con el Cambio Climático!).
¿Ayudamos? Nosotros podemos ayudar y ayudarnos. Y subrayo «EN» porque soy consciente de que esta preposición implica referencias de tiempo, de lugar, de modo y de instrumentalidad (¡lo siento!, ¡deformación profesional!).
En definitiva el compendio de «salud holística» que a mí me gusta desarrollar en mi lugar y tiempo de trabajo, de un modo positivo y agradable y, sirviendo de instrumento para desarrollar la educación que siempre he querido para mí y los que me rodean con amplio respeto por todo y por todos, pues me considero una parte de todo un planeta que acoge a millones seres y formas, que me necesitan tanto como yo a ellos. Y por último: el que bien se eco-terapeutiriza, buen eco-terapeutirizador será. ¡Salud!.
Esta iniciativa es excelente, es un proyecto interesante porque ayuda al medio ambiente y a las salud emocional de las personas, me llama la atención los arboles frutales arboles frutales que non muy útiles en la alimentación y agradables a su vez.